La búsqueda de Dios es el objetivo principal de la vocación monástica. Buscamos a Cristo que es nuestra paz (cf. Ef 2, 14) dedicándonos a la oración, a la lectura de la Sagrada Escritura y al trabajo manual o intelectual.
Este es el camino que los monjes benedictinos caminamos tras los pasos de nuestro Padre san Benito, quien vivió en Italia en el siglo VI y escribió una Regla, dejando disposiciones de organización y vida espiritual para los monjes. Sus notas características, que reflejan también la personalidad de san Benito, son la discreción, la claridad de lenguaje, el gusto por el orden y su carácter realista, su humanidad y la importancia dada a la persona. Además, la Sagrada Escritura es la principal fuente de inspiración de la Regla y se destaca en ella el lugar central que ocupa Cristo.